sábado, 1 de diciembre de 2012

Pintura rusa de la 2º mitad del s. XIX (Parte I)

En la segunda mitad del siglo XIX los directores de la Academia Imperial de las Artes, con sede en San Petersburgo, inculcaban por todos los medios disponibles el desarrollo de temas históricos, bíblicos y mitológicos, los paisajes italianizantes y los retratos de la nobleza. Sin embargo, un grupo de jóvenes artistas se rebeló...
En 1863 varios jóvenes pintores en vísperas de su graduación en la Academia Imperial de las Artes fueron seleccionados para un prestigioso concurso, cuyo ganador obtendría una beca de seis años para trabajar y estudiar en Italia. La organización del concurso daba el tema del festín en el Walhalla; sin embargo, los jóvenes pintores solicitaron permiso para elegir con libertad el motivo de su obra. La nada sorprendente decisión de la Academia de denegar la solicitud de los concursantes originó lo que después se llamaría “la rebelión de los catorce”, curiosamente protagonizada por los trece jóvenes mejores graduados de la Academia (el decimocuarto decidió participar en el último momento pero este se anuló), que demostraron su renuencia al tema y condiciones del concurso.
En protesta contra la tajante negativa de aceptar sus condiciones, trece pintores, a los cuales se unió un escultor, demostrativa y públicamente abandonaron la Academia y solicitaron que se les entregasen diplomas de acuerdo con los méritos de la Academia que habían obtenido (todos habían sido galardonados con el premio a la excelencia académica). El escándalo llegó a oídos del emperador, Alejandro II, quien dispuso entregar a los graduados los diplomas correspondientes y, de paso, ponerlos bajo una secreta supervisión policial.
Ivan Kramskoi
Al verse sin un estudio donde trabajar y sin dinero, los “rebeldes”, liderados por el eminente pintor Iván Kramskói, se unieron en una especie de comunidad: vivían todos en la misma casa, compartían las mismas ideas artísticas, se reunían todos en el mismo salón para tertulias... 
La idea que los unía era la representación de la realidad cotidiana y su exposición fuera de la Academia. Más tarde, ocho representantes del grupo de los catorce fueron nombrados miembros honoris causa de la Academia, mientras que uno de ellos, Karl Lémej, se convirtió en profesor de dibujo y pintura de los hijos del emperador Alejandro III, incluido el futuro zar Nicolás II.

Siete años después la comunidad se desintegró pero en 1870 surgió por iniciativa del pintor Grigori Miasoyédov la Sociedad de Exposiciones de Arte Itinerantes (peredvízhniki, “los itinerantes”, en ruso). La Sociedad incluía a los mejores artistas de San Petersburgo (Kramskói, Miasoyédov, Gue, etc.) y de Moscú (Perov, Prianíshnikov, Savrásov, etc.).
Grigori Miasoyédov
A diferencia de las sociedades existentes, los pintores y escultores “itinerantes” no se limitaron a publicar simples manifiestos de sus principios realistas, sino que se pusieron manos a la obra y comenzaron a organizar exposiciones y recorrer con ellas toda Rusia con un “itinerario” para que todos los ciudadanos, y no solo los residentes de San Petersburgo y Moscú, conocieran el arte de su país.

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