sábado, 1 de diciembre de 2012
Baño ruso
Una de las tradiciones más conocidas en Rusia es la de darse un buen baño en una típica bania (baño, sauna).
No es de extrañar que, por ejemplo, la primera escena de una de las películas predilectas de los rusos La ironía del destino o ¡Goce de su baño!, comedia que se emite por televisión cada Nochevieja, se inicie precisamente en una típica bania moscovita.
Durante muchos siglos, los viajeros se han visto atraídos por esta peculiar tradición rusa, cuyo equivalente en español sería sauna o baño, y la describen con frecuencia y con todo lujo de detalles, algunos ciertos, algunos falseados.
Actualmente sigue ocupando una parte importante de las actividades semanales de los rusos y, en realidad, uno no puede decir que ha estado en Rusia y que la conoce si no se ha dado un buen baño en la bania rusa.
Historia de la bania
La tradición de la bania está profundamente arraigada en la cultura rusa y nació en el antiguo asentamiento vikingo de Nóvgorod.
Muchos hechos históricos, al igual que obras literarias y científicas, testimonian el amor del pueblo ruso hacia este pasatiempo peculiar. Así el historiador Piotr Strajov en uno de sus libros escribe que una de las costumbres de los zares rusos consistía en recibir a los embajadores y otros huéspedes en dichas instalaciones.
Aunque ya aparecen en literatura rusa desde el siglo X (por ejemplo en Povest vremennyj let, la Crónica de Néstor, que data de 945), la historia cuenta que oficialmente los baños públicos para los ciudadanos empezaron a construirse por decreto del zar Alejo I en el siglo XVII. Hasta aquel entonces pertenecían a particulares. Eran construcciones de un piso, normalmente a orillas de un río. Se calentaban, al igual que los baños en los pueblos de ahora, con leña y consistían en tres instalaciones: guardarropa, sala de duchas y parilka (sala de vapor).
La parilka es una pequeña habitación de madera con bancos en escalera que retiene el calor que surge de una estufa sobre la cual hay piedras al rojo vivo.
Un famoso historiador ruso Kostomarov escribe que este tipo de baño para los rusos era una necesidad principal, tanto higiénica como placentera. Según el científico era el principal tratamiento medicinal contra todos los males y enfermedades.
Así uno de los generalísimos más reconocidos de la historia en Rusia, famoso por no haber perdido nunca una batalla, Alexandr Suvórov, de niño era muy débil y enfermizo y tan solo gracias al ejercicio físico y el buen temple que obtuvo en la sauna rusa se convirtió en uno de los militares más fuertes y tenaces del país. Este famoso jefe militar mostraba un buen ejemplo a su tropa afirmando que “un soldado tiene que amar tanto el frío insoportable como el calor bochornoso, tanto la sequía como la lluvia torrencial”.
En la Rus antigua ninguna celebración podía llevarse a cabo sin la bania. En víspera de las bodas los novios solían celebrar una “despedida de soltero” con sus amigos, pero de manera separada. Al día siguiente después de la ceremonia los novios repetían la sesión, pero juntos. Así era la costumbre de entonces. También era típico que las comadronas administraran un baño de vapor a las mujeres durante el parto y solían proporcionar un pequeño masaje con abedul al recién nacido para que creciera sano y fuerte.
El ritual del baño y sus beneficios
Para agasajar a los huéspedes y como forma de mostrar la hospitalidad de la familia era importante preparar muy bien la bania. ¿Cómo preparaban el vapor? La receta era bastante fácil y la tradición continúa hasta hoy día. Primero se calienta una estufa de piedra. Después se echa agua sobre las piedras calientes y la sauna se llena de vapor. Si el humo de la estufa sale por una chimenea eso quiere decir que se calienta “por lo blanco”, es decir de manera pulcra. Si el humo se expulsa por ventanillas o rendijas especiales eso significa que se prepara de manera rudimentaria, “por lo negro”. Después de la sesión “por lo negro” el interior se ventila para evitar concentración de gases nocivos. La tradición ha ido pasando de generación en generación durante siglos y no ha sufrido cambios importantes hasta ahora.
El baño ruso ha adquirido fama mundial. Millones de personas asiduamente recurren a este método simple y a la vez seguro para mantener un buen estado de salud, belleza, tono vital y buen ánimo.
Muchos lingüistas consideran que el nombre ruso bania procede del griego y significa “quito el dolor y la tristeza”.
Es bien conocido que la bania mejora circulación de la sangre y ayuda a la liberación de toxinas del organismo. Precisamente por eso hay muchos aficionados a este “deporte”. Muchos rusos conservan la tradición de reunirse una vez por semana o mes para dirigirse juntos a sus baños favoritos para pasar una tarde agradable (se cree que el mejor día de la semana es el jueves). Es posible, y normalmente así sucede, que lleven termos con té o botellas de cerveza y otras bebidas alcohólicas. Después de desnudarse en el vestuario y de desearse un buen baño con las palabras “Liógkogo para!” (“¡Que tengas un baño agradable!”), los bañistas se duchan, se ponen unos gorros especiales y se dirigen a la parilka. Después del azote con las ramas de abedul, los bañistas salen y, según la valentía de cada cual, se sumergen en una piscina o pozo con agua helada o se dan una ducha fría. Con los párpados caídos, los bañistas vuelven tambaleándose hacia el vestuario y sus compañeros les dicen “S liógkim parom!” (“¡Espero que hayas tenido un baño agradable!”). Para acabar, se tapan con unas sábanas y se ponen, por ejemplo, a filosofar sobre las glorias y tragedias mundiales, antes de repetir el proceso. Se recomienda realizar este mismo ritual entre tres y cinco veces por visita (en 1,5-2,5 horas).
Ahora se pueden encontrar banii públicas en cualquier ciudad grande. Algunas tienen flamantes instalaciones privadas. Las fastuosas banii Sanduný, ubicadas en pleno centro de Moscú desde principios del siglo XIX, son toda una institución con sus tradiciones y costumbres. San Petersburgo también cuenta con algunos buenos lugares, y en la ciudad de Ust-Barguzin hay un museo dedicado a esta forma de ocio. También hay muchas banii particulares en las dachas de los rusos.
Así que si uno viaja a Rusia, que no pierda la oportunidad de disfrutar de un buen baño terapéutico y no se asuste por las técnicas que utilizan, que a primera vista podrían parecer un poco “masoquistas”. Muchos rusos aseguran que las banii favorecen la longevidad y mejoran la salud. Son, en definitiva, un lugar de purificación física y espiritual.
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