sábado, 10 de noviembre de 2012

печка. Estufa rusa








No se sabe quién fue el primero en construirla, pero era, sin duda, un gran inventor. Para el campesino ruso, la estufa significa la vida. Ella calentaba la casa, en ella se preparaba la comida. En días fríos y nevados, tantos los ancianos como los niños les gustaba encaramarse a ella para pasar alli horas enteras. Además, la estufa era un remedio contra el resfriado.




El tratamiento era de lo más sencillo. Calentaban bien la estufa, sacaban la brasa y, encima de una capa de paja, metían dentro al enfermo por espacio de unos 10 minutos. Después, lo hundían hasta el cuello en un barril grande, de madera, lleno de agua caliente, donde sin falta sumergían previamente ramas de abedul. Finalizaba la curación con unas tazas de té caliente con miel y frambuesa.

La estuda solía ocupar la mitad de la isba rusa. A lo largo de su fachada se alineaban las horquillas para sacar ollas, el hurgón y el portasartenes; en los anaqueles, las ollas, las sartenes y cacerolas, que así siempre estaban a mano.



En la pared exterior de la estufa se solían hacer varias concavidades en las que, en invierno, ponían a secar el calzado, las medias y las manoplas. De la estufa arrancaba la tarima en la que dormía la numerosa familia campesina.

Eran pocos los que sabían construir estufas con todas las de la ley, y eran muy apreciados, porque una estufa mal hecha podía gastar mucha leá dando muy poco calor o, peor aún, si la chimenea no tiraba, el humo iba a llenar la casa. A propósito sea dicho, la estufa rusa no siempre tuvo chimenea; hubo tiempos en que para la salida del humo se hacía una abertura en el techo de la isba, que se tapaba con un redondel de madera. Pero el pensamiento humano fue perfeccionando la estufa hasta hacerla cómoda y universal.





Se solía adornarla con dibujos de cuentos, revestida de azulejos, en la boca del horno colgaban cortinas de percal de colores vivos. Los azulejos, lisos o en relieve, solían cubrirse de barniz o de esmalte de colores. En ellos aparecían figuras de personas y animales, episodios de la vida o escenas de caracter jocoso. A menudo, artistas de renombre trabajaban en decorar las estufas. Por ejemplo, el pintor Mijail Vrúbel era todo un maestro en esta materia; ideó ornamentos originales para los azulejos, dándoles tonos nacarados a sus colorantes.
Nada contribuía tanto a la comodidad de la isba del campesino ruso como una hermosa estufa. Pero hoy ha perdido su papel y pronto podrá verse en los museos.

1 comentario:

  1. Excelente y muy útil información para mi tarea de investigación y divulgación de este tipo de estufa en mi medio

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